Por JovanaG

Marzo 1996

Después de la Segunda Guerra Mundial la Tecnología irrumpe como la principal fuerza transformadora de la sociedad. Los adelantos tecnológicos transforman la forma de producir, la composición del producto, la productividad de la mano de obra y la organización social de la producción de manera profunda e irreversible. Los adelantos en la biología aplicados a la salud y a otros múltiples usos en la biotecnología, la informática, las telecomunicaciones y el desarrollo de nuevos materiales son los ejes principales de una tercera revolución tecnológica con enormes consecuencias en la organización social y económica mundial.

La agricultura no ha estado ausente de este proceso. A partir de la década del 60 la difusión del paquete tecnológico identificado con la revolución verde permitió extraordinarios aumentos de rendimientos por hectárea en los principales cultivos dedicados a la alimentación humana. Estos aumentos de la productividad en la agricultura permitieron una mejora sustantiva de la disponibilidad de alimentos per capita a nivel mundial, incluyendo regiones tradicionalmente deficitarias las cuales seguramente hubieran experimentado graves situaciones de inseguridad alimentaria en ausencia de las innovaciones tecnológicas desarrolladas por el sistema internacional de investigaciones agropecuarias.

América Latina participó activamente en este proceso de innovación tecnológica mundial. La modernización de la producción agropecuaria fue importante a partir de la década del 60 aunque bastante focalizado en algunos de los principales productos de la región y concentrado en aquellas subregiones que cuentan con mejores condiciones ecológicas y económicas para aprovechar la tecnología disponible. Una consecuencia de esta insuficiente generalización de la modernización agropecuaria fue que los incrementos de la producción no alcanzaron para lograr la seguridad alimentaria de la región en su conjunto y para mantener su participación en el comercio internacional de productos agropecuarios.