Por Comunicaciones

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CATEGORIA: «Organismos internacionales y multinacionales»

ENFRENTAR LA POBREZA Y LA VULNERABILIDAD DEL ALTIPLANO PERUANO CON UN ENFOQUE INTEGRAL

El 68% de la población campesina del Altiplano peruano se encuentra en situación de extrema pobreza y enfrenta una alta variabilidad climática, agravada por los efectos del cambio climático.

En este marco, en el 2006, con el respaldo de la Agencia Canadiense para el Desarrollo Internacional (ACDI), se lanzó el proyecto Agricultura Andina en el Altiplano (ALTAGRO).  La iniciativa fue liderada por  el Centro Internacional de la Papa, organismo dedicado a mejorar la vida de los pobres que dependen de sistemas alimentarios de raíces y tubérculos, en colaboración con el Centro de Investigación de Recursos Naturales y Medio Ambiente, organización  sin fines de lucro de la región.

El objetivo fue ayudar a los campesinos a salir de la producción de subsistencia y avanzar hacia actividades orientadas al mercado, sustentables en lo económico y ambiental, con el objetivo de mejorar la seguridad alimentaria y los ingresos familiares. Para ello, el proyecto se enfocó en desarrollar cadenas de valor con ventajas comparativas en función de su potencial productivo, aporte nutricional, demanda nacional e internacional y resiliencia ante las crecientes amenazas del clima.

Con esta visión, las innovaciones abarcaron varios rubros. En la quinua orgánica, las acciones permitieron capturar valor en mercados exigentes, como los Estados Unidos y Europa, y multiplicar por diez los ingresos familiares. Del mismo modo se mejoró la eficiencia de la ganadería lechera, se la articuló con la elaboración de quesos y con la distribución y el consumo, mejorando así la productividad y la calidad en toda la cadena. Asimismo, se preparó a las mujeres artesanas para que sus prendas respondan a los nuevos diseños requeridos por la demanda. Otra actividad impulsada fue la producción de truchas, que hoy se venden con calidades estandarizadas en el mercado peruano e internacional. Por último, y en línea directa con la mejora de la alimentación, se introdujeron invernaderos escolares y familiares para fomentar la horticultura como medio para propiciar una dieta diversificada y saludable.

La metodología empleada para la adopción de tecnologías combinó el aprendizaje grupal, la asistencia técnica y el crédito supervisado. El financiamiento se otorgó mediante la creación de fondos rotatorios, que se complementaron con aportes de entidades bancarias locales y de organismos sin fines de lucro, entre otros. Es interesante resaltar que si bien el crédito —de US$790 promedio por familia- tenía intereses, la recuperación fue muy importante, lo que habla muy bien de la motivación y la competitividad logradas.

Los beneficiarios directos fueron alrededor de 2.200 familias, con más de 6.600 miembros —60% mujeres— provenientes de 100 comunidades campesinas. A su vez, los beneficiarios indirectos fueron 8.400 personas de 129 poblados de la región. Los participantes no sólo salieron de la pobreza, sino que registraron un aumento del 70% en el índice de capitales, un indicador del bienestar de las comunidades que elabora el Foro Económico Mundial, gracias a mejoras en aspectos financieros, sociales, humanos y naturales.

El proyecto validó la importancia del trabajo interinstitucional para fomentar las capacidades de las familias campesinas, difundir tecnologías y organizar cadenas de valor. Si bien el proyecto tuvo una duración relativamente corta, de cinco años, se construyó sobre la base de años de experiencias de diferentes instituciones y dejó una marca muy importante en una región donde la presencia de organismos del Estado es limitada y muchas veces se trabaja con un enfoque paternalista y asistencialista.

Al respecto, ALTAGRO jugó el papel de catalizador creando sinergias entre las distintas organizaciones gubernamentales y privadas que operan en el Altiplano. La iniciativa puso en evidencia la necesidad de contar con programas de largo plazo, que propicien la suma de resultados de proyectos específicos, para impulsar el desarrollo sostenible de las familias campesinas, en el contexto del cambio climático.

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Fotos del caso PERU